lunes, 15 de octubre de 2012

nuestra primera excursión en coche

 El viernes acometimos nuestra primera excursión con La Bala (a.k.a. La Patata Caliente, más adelante protagonista de un futuro post) en busca de nuevas aventuras y prestos a descubrir nuestro entorno más cercano.

Como podéis ver en el mapa, desde nuestra posición de salida, Alger, el punto más a la derecha de la imagen, nos desplazamos a lo largo de la costa mediterránea en dirección Oeste, sin un destino previo ya que no conocemos nade de lo que nos rodea.


Paseo Marítimo del Puerto de Alger
Salimos circulando por el Paseo marítimo de Alger, del que ya he hablado en entradas anteriores, en dirección a la Plaza de los Mártires, lugar de concentración religiosa por la existencias de dos mezquitas muy concurridas, a los pies de la Casbah.


Plaza de El Kettani
Tras dejar atrás la Bahía de Argel, ya en la explanada de El Kettani, condujimos a lo largo de esta explanada, lugar de esparcimiento y de baño en las playas acondicionadas para tal fin. Es una zona muy popular donde se dirigen familias enteras provenientes del cercano barrio de Bab El Oued para pasar el día sagrado musulmán haciendo lo que más le gusta a esta gente: pasar el día en familia.
Playa Sid Ali Fernandelle
Una vez giramos, dejando detrás Bab El Oued, nos encontramos con esta pequeña playa a mitad de camino entre Zeghara y Raïs Hamidou donde no nos adentramos ya que el día no acompañaba. 

Fijaos en la construcción en ruinas que domina el conjunto y en la que todavía a día de hoy no he podido dejar de pensar; en ella y en las posibilidades una vez rehabilitada y acondicionada como residencia.Mientras, tres bañistas pasan las horas del viernes rezongando en la arena y jugando con una pelota. Allí mismo pudimos encontrar este graffiti totalmente autóctono con sus propios mitos e ídolos como en cualquier otro rincón del mundo donde vivan soñadores. La sensación que me recorre el cuerpo allá donde vaya en esta ciudad y sus alrededores es de que el tiempo se encuentra parado en algún momento entre el siglo XIX y los años '70 del pasado, sin ninguna vocación de progreso ni más preocupaciones que vivir cada día y disfrutar de los pequeños momentos y las pequeñas cosas que ofrece lo cotidiano.
Continuamos serpenteando la carretera de la costa por una carretera en un estado suficientemente adecuado para circular descubriendo el nervioso modo de conducir de los argelinos, donde cada uno fija su velocidad sin importar impedimentos que vaya encontrando como coches que circulen a menor velocidad (como nosotros mismos o las innumerables furgonetas y camiones de reparto con los que frecuentemente uno se encuentra en cualquier vía interurbana) y atravesando poblaciones de menor tamaño a medida que nos alejamos de la capital.

Es viernes, a las 13:30 hora local, momento del rezo y oportunamente nos dirigimos a una gasolinera para repostar. Nuevo descubrimiento: durante los cinco minutos del rezo del mediodía no se puede ni hablar en la calle. Tampoco estar en la calle y es momento de recogimiento. Adoptamos una postura tranquila para no llamar todavía más la atención y, pacientemente, esperamos a que la vida vuelva a su lugar. 
Es absolutamente indescriptible la sensación de absoluta soledad en la que te llegas a encontrar durante esos cinco minutos, un encuentro entre uno mismo y Alá, de reflexión, al igual que no se puede explicar con palabras la regeneración de la vida que tiene luar en el momento en que el rezo termina y TODO EL MUNDO sale de las mezquitas, con su alfombra sobre el hombro, para retomar sus quehaceres diarios. A medida que vayáis viniendo a visitarnos iremos enseñándoos in situ la sensación que os cuento.

¡A estas horas y yo con un mísero vaso de Nesquik en el cuerpo y con el regusto todavía de los zumos (¡ejem!) de anoche en la Embajada...! Buscar un lugar donde comer se acababa de convertir en la principal misión a cumplir.

Y como en este país, por el momento, solo tienes que ser paciente para que el mayor de tus deseos se vea cumplido, llegamos a El Djamila, segunda indicación en el mapa que acompaño, límite norte de la siguiente bahía importante al oeste de Alger.
Allí encontramos el Restaurante Poseidón donde pudimos disfrutar de una absolutamente magnífica parrillada de marisco y pescado recién extraídos y que nosotros mismos elegimos y decidimos en cantidad y especie de un mostrador que había a la entrada al restaurante.
A este restaurante, como a todos los que puntualmente vamos visitando, le dedicaré una entrada propia para explicar y dar detalles de calidades, experiencia, servicio y precio pero, de momento, os avanzo una muestra de nuestra opípara a la par que pantagruélica comida.

Como podéis observar en la sombrilla que evita que el pescado fresco pase a la categoría de género de Ordenalfabétix, en este restaurante son del Barça, como la inmensa mayoría de personajes que me voy encontrando. Más adelante podréis comprobar hasta qué punto llega su afición y como trufan cualquier conversación con unas mechitas de buen fútbol; del Barça, ¡claro!, quiero decir.
Esta es la cara con la que se quedó esta pobre dorada del Golfo de El Djamila tras comprobar cómo se las gastaban seis españoles recién instalados en su país y que venían con ganas de descubrir este país desde dentro, disfrutando de todo lo que éste nos ofrezca, sea bueno, malo o regular, pero nunca sintiéndonos como turistas sino como bien le dice John Malkovich, el protagonista de "El Cielo Protector", de B.Bertolucci, a Debra Winger, su compañera de reparto,      "-La diferencia entre nosotros es que tú nunca sabrás difrutar de estos paisajes, pues no eres más que una turista, mientras que yo soy un viajero".

Nada mejor para hacer la digestión que un paseo por la playa artificial de la ciudad, donde se pueden disfrutar de estas vistas, mientras decenas de personas aprovechan el día nublado para pescar. ¡Ays, qué envidia sentí viendo vibrar los puntales, las nasas y los aparejos...! Unas varas no me las va a quitar nadie en estos lares...
Panorámica de la Playa Artificial de El Djamila

Tras dejar atrás El Djamila, nos dirigimos un poco más al sur para tratar de descubrir nuevas posibilidades de baño en el Mediterráneo en un lugar completamente virgen a la explotación turística que conocemos del Arco Norte del mismo mar que ahora nos moja pero como el día no acompañaba decidimos volver hacia Alger, esta vez tomando la autovía que recorre el país a unos kilómetros de la costa, de Oeste a Este, desde la frontera con Marruecos hasta Túnez.
A lo largo de esta autovía, de una ejecución absolutamente deficiente, de construcción china (como no puede ser de otra manera), limitada en 80 km/h de velocidad máxima pero que nadie cumple, nos encontramos con multitud de estampas pintorescas, no tan extrañas ni escandalosas si vosotros, los más mayores que me estáis leyendo, ¡sí, vosotros!, los que ya tenéis 40 años o más, ¡sí!, los que ponéis el grito en el cielo hablando de la falta de civilización que, a vuestro juicio, reina en estos lares y otros países, desde vuestra óptica, menos desarrollados que vuestra inigualable Eshpaña, recordáis vuestras excursiones a Benidorm, Cullera, Salou, Sitges o Noja, enlatados en un 600 toda la familia o circulabais en moto sin, el ahora impensable de no llevar puesto, casco correspondiente.
Spain is not as different as you think...

Y aquí acaba nuestro primer viernes de excursión. Quedaos con el día, que más adelante os contaré lo cerca que estuvimos de una auténtica joya y que descubrí al llegar a casa, consultando los mapas para comprobar y anotar las rutas y las impresiones del día.
Sólo os digo que no me tiré de los pelos porque acabamos de llegar y nos queda todo un mundo por descubrir en este maravilloso país.

Un saludo a la familia, los del Norte y los de más al Sur. Os queremos mucho a todos y nos acordamos mucho de vosotros. 
Todo esto es, fundamentalmente, para vosotros.

Besos.

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