sábado, 2 de febrero de 2013

Crónicas de un Viaje: ‘Al Mawlid al-Nabawi’ o El Nacimiento del Profeta_24-01-2013: SEGUNDA ETAPA: CONSTANTINE I. Sobre puentes, vientos y otros fenómenos climatológicos.

El viaje propiamente dicho comenzó el día 24 de enero por la mañana, tras hacer parada obligada en Bordj Bou Arréridj debido a que la carretera hacia Sétif se encontraba cortada por la nieve. Estos paisajes dan buena fe de ello y demuestran que la insistencia de la escolta y de los responsables de la policía de dicha localidad no era en vano. Toda la planicie de los Hauts Plateaux se encontraba bajo el blanco manto de la nieve. Inesperado.

Dejamos el hotel a las 9:00 de la mañana y comenzamos nuestra ruta. Dos equipos en sendos vehículos alquilados, flanqueados por la consiguiente escolta formada ora por todoterrenos o Mercedes Vito de la policía, ora por blancos Volkswagen Polo del servicio de escoltas de incógnito. Eso sí, a cada cambio de wilaya -división administrativa en la que se encuentra dividido el país- su respectivo cambio de agentes y de convoi. Hasta cinco cambios llevábamos ya efectuados y el viaje no había hecho más que comenzar. Otros cinco nos quedaban antes de llegar a Constantine.
El paisaje era precioso. No tanto por lo inesperado de la situación como por las estampas singulares que nos fuimos encontrando a ambos lados de la autovía. Dado que las condiciones de la mañana no eran en absoluto favorables y la preparación  del país ante estos fenómenos deja bastante que desear, la ruta se encontraba en un estado peligroso por la nieve acumulada, así que pudimos ir disfrutando del paisaje pues la velocidad que llevábamos no era demasiada.
Aún no sabíamos ni nos podíamos imaginar las horas de carretera que íbamos a consumir, así como los kilómetros de carretera argelina que aún nos esperaban. Aún era jueves y todavía circulábamos por autovía, aunque estuviera cubierta de nieve.


En cada paso elevado, una nueva estampa se presentaba ante nosotros. Como bien decía anteriormente, inesperado y sorprendente viaje el que acabábamos de comenzar.




Y con el paso de los kilómetros, dejando atrás las frías tierras de Sétif, a medida que nos acercábamos a Constantine, el tiempo cambió y dejamos la nieve atrás. Tiempo entonces de parar a tomar un café, repostar los depósitos de combustible y vaciar los nuestros pese a que las experiencias vividas en anteriores baños públicos de gasolinera no animaban demasiado a hacer uso de ellos.

Paramos en una gasolinera a mitad de camino, en algún lugar indefinible entre Sétif y Constantine, donde aprovechamos para repostar vehículos y ocupantes, así como para hacer un enésimo cambio más de escolta. Así que tuve tiempo para sacar alguna foto de la misma.



Los paisajes, de una soledad abrumadora, se extendían ante nuestros ojos limitados en todo momento por altas cordilleras coronadas de nieve que nos hacían pensar en otras latitudes e, incluso, en otros hemosferios. Eso sí, nuestra imaginación volvía súbitamente a la realidad cuando aparecían las toneladas de bolsas de plástico que se esparcen por todo el territorio argelino y que hacen que nunca puedas olvidar en el país en el que te encuentras. Una absoluta desgracia reparar en la cantidad de toneladas de plástico que esperan su degradación en millares de rinconen de este precioso país.


Y de nuevo, tras un cambio de escolta, una Mercedes Vito nos abría paso hacia las montañas de Constantine, tierra numida de amplio y profundo bagaje histórico cultural, la antigua Cirta numida y posterior cuna del emperador romano del mismo nombre, que la bautizaría en su honor tras adherirla al Imperio Romano.



Una mezquita, a la entrada a Constantine, llamó la atención de nuestros ojos profanos y nos dio la bienvenida a la ciudad. Se la devolvimos capturándola en nuestra cámara de fotos y aquí os la traigo. Tiempo tendremos de ver con detenimiento una mezquita por dentro.



Y, por fin, Constantine; llegamos a nuestro hotel. El Gran Hotel Cirta, enclavado en el centro de la ciudad, de una calidad suficiente para el sevicio que buscamos y a un paso de la ciudad, así que dejamos las maletas, comimos un sobrio cous-cous constantinois y un más que discreto acompañamiento y nos dirigimos a descubrir la ciudad de la mano de nuestra escolta e improvisados guías de la ciudad. 

De la ciudad poco os puedo enseñar ya que, en este caso la lluvia, hizo acto de presencia para no dejarnos más que disfrutar una escasa hora y media de un paseo que puede durar toda la tarde a lo largo de las estrechas calles y escarpadas hoces de la ciudad de Constantine. Para los que me conocen, deciros que me encontraba como en casa, solo que la profundidad de la hoz puede, facilemente, triplicar la profundidad de las hoces de la ciudad donde me he criado y que tantas veces he recorrido a pie: Cuenca.
Así que os dejo este par de fotografías de la ciudad, a la espera de dar comienzo ala siguiente entrega de nuestro periplo por la Pequeña Kabilia, que será la última etapa de nuestro accidentado viaje y en la que pudimos visitar algún que otro edificio de bastante interés y magnífica arquitectura.

Aquí podéis ver el puente colgante de Constantine y el abrupto barranco sobre el que se sustenta. No hay palabras para describir la sensación de cruzarlo en plena tempestad de viento y agua, sintiendo que la tierra se mueve bajo tus pies y que tu único objetivo es agarrarte lo más fuerte posible al pasamanos implorando a tus creencias más intimas que ni te lleve volando ni que arranque de cuajo las ya maltrechas uniones mecánicas que los ingenieros franceses tuvieron a bien diseñar para este puente de ya más de cien años.

Completamente empapados por la acción de tempestad de viento y agua ante la que era imposible sacar siquiera el paraguas de la bolsa por miedo a que saliera volando fuera incluso de la wilaya de Constantine, nos dirigimos de vuelta al hotel tras una vuelta rápida de rigor a lo largo de los siete puentes que cruzan el barranco y que son la principal atracción de la ciudad.

Poco más de sí dio la tarde más que para descansar en el hotel a la espera de que al día siguiente nos respetase la climatología y nos permitiese bien volver hacia El Djemila a ver las ruinas romanas, dejadas atrás ante nuestro frustrado uintento de llegar a Sétif, o bien disfrutar de la ciudad de Constantine en mejores condiciones.

Aún no sabíamos lo distinto que iba a resultar el día 25 de enero y lo agotados que íbamos a llegar a Argel ya el día 26 de madrugada... Por lo menos, pudimos disfrutar en el hotel de un magnífico partido de vuelta de cuartos de final de Copa del Rey donde un espléndido Málaga C.F. recibía a un siempre sorprendente F.C.Barcelona, necesitado de marcar debido al 2-2 cosechado en el Camp Nou y donde las cosas no iban a ser fáciles como se esperaba desde un principio.

Seguiremos informando de como acabó nuestro viaje por el oriente argelino.