domingo, 18 de noviembre de 2012

viaje a Orán_14-17/11/2012_día segundo

Hola a todos desde Orán.
Nuestro segundo día amaneció de la siguiente guisa, con el correspondiente canto del muecín oranés  a eso de las 06:30 de la mañana, mientras el sol rayaba en el horizonte. Mientras tanto, nuestros cuerpos trataban de depegarse de las sábanas para empezar a descubrir Orán sin saber todavía el día primaveral que nos esperaba.
Tras el correspondiente remoloneo post muecín, ducha y acicale general, me dirigí a explorar las entrañas del restaurante del hotel en busca de un, aún por descubrir, desayuno continental en el Ibis Orán que a buen seguro no nos iba a decepcionar.
Y así fue. Dos horas de absoluta fruición ante huevos revueltos, rodajas de chopped -de pavo, claro-, queso edam, huevos pasados por agua, zumos de varias clases, tazones de capuccino y, para los que aún pueden disfrutar sin tapujos del glúten, tortitas recién hechas con miel o chocolate fundido, bollería variada y, de postre, fruta de temporada, y yogures.

Todo este pantagruélico desayuno por 1010DA merece un aplauso o las lágrimas de Javi como podéis ver en la imagen que acompaño.
Ya con renovadas energías tras el capítulo anterior, nos dirigimos a descubrir Orán, de la mano de Hakim, nuestro cicerone particular en la principal ciudad occidental argelina. Un día radiante nos saludaba y el Mediterráneo entero se abría ante nuestros ojos aunque, esta vez, la pespectiva era la contraria a la que habitualmente se tiene desde Europa. El Mediterráneo visto desde el sur tiene otro color.
El balcón que bordea el mar en Orán es el extremo opuesto al que estamos yaacostumbrados a ver en Alger. Mientras que la conurbación argelina se estima en siete millones de habitantes, aprisionados a lo largo de treinta y cinco kilómetros contra el sistema montañoso que corona el Golfo de Argel , Orán se extiende calmo a lo largo de la planicie que da continuidad a los acantilados que se yerguen sobre el Mediterráneo a lo largo, esta vez del Golfo del mismo nombre.
La perspectiva es impresionante y la percepción de la ciudad entera, con el Fuerte de la Santa Cruz dominando el conjunto, majestuosa. 
El desarrollo ha llegado a Orán, desgraciadamente como a otras tantas ciudades que no nos quedan muy lejanas, en forma de grandes torres residenciales à côté de la mer, aunque en este caso el urbanismo imperante y la elección de las tipologías no resultan especialmente desagradables, adquiriendo presencia y quedando totalmente mimetizadas en el paisaje cuando se tiene oportunidad de observar el conjunto desde la vista privilegiada que se obtiene desde la atalaya de la Fortaleza o desde Nôtre Dame d'Afrique.
El primer contacto con la ciudad a lo largo del paseo marítimo nos sirvió para desperezarnos y quitarnos las legañas, así como para olvidarnos de las lluvias que dejábamos atrás en Argel y que nos habían hecho empezar a pensar en el otoño. Aquí el sol calentaba como en una mañana de primavera y alguno de nosotros empezaba ya a arrepentirse de haber dejado el pantalón corto metido en la maleta. 
A lo largo de todo este paseo, elevado unos 50m. sobre el nivel del mar, aparecen pequeñas construcciones espontáneas que parecen desafiar al Mediterráneo, como esperando que un golpe de mar les lave la cara cada mañana, desde donde algunos pescadores lanzaban su caña al mar para arañarle algo que llevarse a la boca o que, simplemente, poder vender al final del día a la orilla de la carretera que circula junto a la orilla, como pudimos ver al final de cada jornada.
El puerto de Orán, de menor tamaño que el de Alger, tiene una actividad importante, domina una vez más el frente de mar de la ciudad y supone la principal actividad de la ciudad, tanto en tránsito de pasajeros como en el de mercancías. Poco a poco, con el auge de la economía del país y de los sectores industriales y de servicios, otras actividades van tomando importancia aunque el puerto siempre será la principal vía de conexión con Europa. 
Mirando a la ciudad nos encontramos con la antigua sede de la Embajada de los EE.UU., siempre en lugar privilegiado cuando los países están a su servicio y fuertemente protegida pero bien situada cuando las circunstancias así lo exigen. Este es el edificio que la albergó hasta el estallido de la Guerra Civil argelina y el comienzo de los Años Negros (o Rojos, según quién cuente la historia).
El edificio, de estilo colonial decimonónico, recuerda por su configuración y estado de conservación a una edificación que ien pudiera estar en La Habana, a lo que ayuda la presencia de palmeras en su patio interior y los balcones por ventanas por los que todas las estancias se abren al mar.
Y aquí tenemos uno de los edificios que más me atrajeron de todo el paseo marítimo. La conservación de las fachadas en perfecto blanco radiente y el respeto al azul como todo contrapunto al blanco nuclear dota al final del paseo marítimo de una belleza doméstica que hace que el absoluto caos reinante en el conjunto de su alzado pase completamente desapercibido o, incluso, potencie el valor etnológico de su fachada.


Eso, sumado al buen gusto del dueño del establecimiento que se encuentra en los bajos del mismo,  hacen de éste uno de los edificios más bellos de todo el paseo marítimo.
A estas alturas nos encontrábamos ya finalizando nuestro recorrido por el frente marítimo de la ciudad de Orán, desde donde pudemos divisar todo el frente costero. Disfrutar de un día como el que nos hizo a estas alturas del mes de noviembre no tiene precio, le alegra el cuerpo a cualquiera.
Estampas contradictorias.

Espacios al aire libre como el Theatre de Verdure, a orillas del Mediterráneo, hacen que sienta que el tiempo no pasa a orillas del Mediterráneo donde, hace ya 2500 años, los griegos instalaban sus propias escenas con el mar como telón de fondo.
Y, a partir de aquí, nos dirigimos hacia el interior de la ciudad, hacia la Placette du Premier du Novembre de 1954, en plena reconstrucción por parte de una empresa de construcción española, encargada también de la remodelación del tranvía de la ciudad.
La plaza, de estilo colonial, está flanqueada por el Ayuntamiento de la ciudad (arriba), edificio del mismo uso durante la ocupación francesa, el Teatro de la ciudad (debajo), remodelado aunque cerrado al público el día de nuestra visita y otros edificios administrativos de impecable factura neoclásica.



En esta foto (superior) se puede ver el edificio que alberga actualmente la Biblioteca Regional de Orán, de estilo bastante ecléctico, aunque con unos aires sezessionistas que ni el mismísimo Hans-Ulrich Obrist. Todo un misterio sobre el que ya estoy investigando.
Frente a la misma, un bellísimo edicicio residencial del XIX (abajo) conformando una plaza circular de una amplitud inaudita en una ciudad magrebí. Por fin el peatón puede disfrutar de un espacio público.

Y como colofón a la diversidad estilística en el diseño aquitectónico, la Catedral du Sacre Coeur de Orán, edificio de estilo romano-bizantino, de principios del siglo XX, ya transformado en biblioteca paro que tampoco pudimos visitar en su interior por ser viernes y permanecer su acceso cerrado al público.
La colonia de cristianos en Argelia es tan absolutamente insignificante que los antiguos centros de culto cristiano han sido transformados por el Estado, bien en centros culturales como bibliotecas, bien en nuevas mezquitas donde practicar el rito islámico.
Os dejo, a continuación, algunas escenas con las que nos encontramos por la ciudad, mientras paseábamos.



Y a continuación, como no, nuestra obligada parada a reponer fuerzas, a eso de las 14h., ya exhaustos por un paseo bastante completo a lo largo del paseo marítimo y del corazón de la ciudad, en compañía de nuestro inseparable Hakim y nuestros escorts personales que ya los querría para sí el mismísimo Berlusconi.

Tras la comida rápida y basura, una paradita en busca de un thé maison, aunque en esta heladería no lo íbamos a encontrar y nos tuvimos que conformar con unos granizados de limón y un helado pequeño para Isaac que iba a resultar que sabia a disolvente. En la imagen, además de los de siempre, de izqda. a dcha., Hakim y nuestra escolta, prestos y diligentes ante nuestra seguridad.

Así poníamos fin a nuestro segundo día en Orán, volviendo sobre nuestros pasos camino del hotel, y despidiéndonos, una vez allí, de nuestro acompañamiento obligado además de nuestro guía/confidente/yoquesé, amigo para siempre y dispuesto para todo.

El día tocaba ya a su fin y, tras un reposo obligado por la intensidad del día, salida en busca de un restaurante donde mover un poco el diente: La Bohême, resto italiano de comida popular, con pizzas a 1'5€, platos de pollo gratinado con guarnición a 4€ y ensaladas a menos de 1€. Total cena para seis: 3500DA, comida, bebida y pan.

Qué mejor para acabar el día que un combinado en el Sheraton Orán mientras Javi da un repaso a su  repertorio en el piano del hall del hotel, ya un clásico en los hoteles que de uno disponen y oportunidad que no dejamos escapar. Se ha convertido en nuestro pequeño sello personal. 

De aquí a la cama que mañana iba a ser un día intenso. Nos esperaba la visita al Ferte de la Santa Cruz, a la Basílica de Nôtre Dame d'Afrique, a la Playa de los Andalousses y a conocer al socio y amigo de Hakim, Yahia, otro oranés de irradiante bondad y mejor trato que nos dejó prendados, él también, con su hospitalidad. Mañana, foto-reportaje de ambos.

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