sábado, 12 de enero de 2013

visita a Tamentfoust_05-01-2013

Hoy quiero dedicar una entrada a una de mis seguidoras más fieles que ha pasado unas navidades "distintas" en palabras de su marido, a quien también le dedico esta entrada, y ambos padres de uno de mis compañeros de vivencias, Isaac; Se trata de María Puche y de Juan Rico.

Ambos han pasado unas navidades en compañía de su hijo y han aprovechado para hacer una tournée por el país. Según sus propias palabras, nunca podrán olvidar esa cena de nochevieja en Ghardaïa con un maestro de ceremonias para cantarlas que poco tiene que envidiar al mismísimo Ramón García: el propio Juan Rico.
Tras nuestra vuelta a  Argelia aún nos dio tiempo para disfrutar de una agradable comida en un restaurante del puerto de Tamantfoust, localidad situada en el otro extremo de la bahía de Alger.

El día se levantó claro y luminoso, como tantos desde nuestra llegada a este país, pudiendo disfrutar de los colores que esta ciudad nos tenía reservados.



La comida, en uno de los establecimientos del puerto, consistió en un menú variado compuesto en su mayor parte por marisco y pescado que hizo las delicias de nuestros invitados, que pudieron saborear las delicias del Mediterráneo argelino en forma de gambones, sepia, calamares y los tan socorridos surtidos de pescado compuestos por pescadillas de pincho, meros, lenguados y pez espada.

Una delicia de comida y de compañía. 
Os esperamos de vuelta.

Tras la comida, nuestra compañía emprendió su viaje de regreso a la ciudad ya que al día siguiente partían para España y querían aprovechar para hacer unas últimas compras por las tiendas de artesanía típica de Didouche Mourad, por lo que nos despedimos así de ellos y, los restantes, nos dedicamos para conocer un poco mejor la localidad y la próxima de Ain Taya.




Ambas ciudades viven de cara al mar, al Mediterráneo, nexo de unión de toda una Civilización aunque en estos momentos parece que sólo quedan recuerdos lejanos de tiempos mejores.

En el puerto pesquero de Tamantfoust apenas queda un vetusto muelle de madera desde el que practicar la pesca, donde unos cuantos ancianos practicaban este relajante y antiguo deporte tomado, más bien, como una forma de pasar el tiempo entre rezo y rezo.


El lugar es de una decadencia entrañable, el tiempo parece haberse detenido en una época imprecisa y donde hace mucho tiempo que nadie ha puesto su mano para mejorar sus infraestructuras.

La calma que se respira en cualquiera de sus rincones, unido a la plana luz de atardecer en invierno hace que el tiempo se congele en este rincón del Magreb y parezca que, igual que no hubo ayer, no habrá un mañana por descubrir.

En Tamentfoust -conocido durante la colonización francesa como La Pérouse- hay edificado un fuerte mandado construir por Ramdhan Agha en 1661, para la dominación de el tráfico marítimo en el Mediterráneo y para la defensa de Alger.

¿La defensa ante quién? os preguntaréis. Pues la defensa ante los ataques españoles, recién expulsados de esta plaza y de la propia de Alger por los piratas turcos, entre ellos, el temido Barbarroja, cuyo nombre verdadero era 
Hızır bin Yakup o, el más conocido y origen de su sobrenombre por parte de sus enemigos continentales, "Baba Oruç", que significa Padre Aruj, por haber ofrecido transporte a los moriscos que huían de España tras su primera expulsión en el siglo XVI.  
Así pues, nos dirigimos a visitar el antiguo fuerte y actual museo de Tamentfoust, construcción muy masiva, de planta octogonal y patio central que sirvió para dar soporte defensivo a la plaza de Alger y controlar el acceso oriental a su bahía.
Actualmente se encuentra en estado de latencia, como casi todo el patrimonio argelino -que no es poco ni deja de ser importante; bien al contrario-, haciendo de continente desganado de parte de bienes etnográficos de la villa de Tamentfoust como podéis ver en las instantáneas que acompaño.
Como bien podéis comprobar, a Argelia le queda mucho camino para empezar siquiera a pensar en poner en valor su patrimonio y qué decir ya de poder explotarlo como una verdadera industria cultural.

¿Llegará el día? Supongo que sí.

¿Lo veremos nosotros? Mucho tiene que cambiar este país.

La verdadera atracción del edificio son las vistas del puerto y de la bahía desde su azotea, atalaya plana desde la que se puede disfrutar de unas maravillosas vistas bañadas por la dorada pátina del atardecer invernal sobre el Mediterráneo.
Toda una estampa es el contemplar el puerto de Tamentfoust desde esta azotea, viendo sus barcas esperando a refugio la llegada de una nueva semana para salir a faenar.

Mientras, los pocos pescadores que aún quedan en estas latitudes, cosen sus redes mientras fuman tabaco barato y sus gatos los cortejan en busca de una raspa con la que merendar.
Poco más me queda de contar de este viaje relámpago de tarde de sábado más que intentar daros envidia para que vengáis a vernos los que aún no lo habéis hecho pues los pocos que así lo han hecho se vuelven con un sabor más dulce que salado en sus paladares, pese a echar de menos algunas cosas, ¿no, Juan?
Así que me despido, mandando un cálido saludo a María y Juan que espero que llegue a tierras manchegas, quedando pendiente unos gazpachos manchegos al estilo yeclano, al almanseño o al que tengan a bien deleitarnos, pero nos cobraremos la invitación ofrecida.

Un abrazo enorme a ambos y aquí estamos para cuando queráis volver.

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