el primer sobrevuelo ya en territorio argelino y su consiguiente aterrizaje sirven para grabar a fuego en mi memoria una primera impresión de la tierra que nos va a acoger durante quién sabe cuánto tiempo: campos de cultivo, invernaderos, playas desiertas y aglomeraciones urbanas.
gente, mucha gente.
y coches, muchos coches.
el aterrizaje en un aeropuerto sobrio y en perfecto estado de revista refuerza mi confianza en la llegada.
al tratarse de un país fuera de Europa, estamos sometidos al control de equipajes, declaración de divisas y control de pasaportes, trámites que pacientemente afrontamos, tratados en todo momento con total corrección por funcionarias de fronteras, curiosamente todas mujeres jóvenes y con una imagen totalmente occidentalizada.
de estos controles salimos los últimos de nuestro pasaje, recogemos nuestras solitarias maletas abandonadas en el sinfín de la cinta de equipaje y decididamente nos dirigimos a la sala de espera donde, muy pacientemente, Farid, conductor de la Oficina Comercial del ICEX en Argelia, nos espera tras haber comprobado que todo nuestro pasaje había salido ya del aeropuerto.
cuando Farid ve el volumen de nuestro equipaje se pregunta dónde y cómo vamos a transportar todo ello en su flamante Volkswagen Passat, ya que tres personas y su hatillo para establecerse en un país extranjero son complicados de introducir en un turismo.
la primera impresión tras ver a la gente que se encuentra en el Aeropuerto Internacional Houari Boumedienne, llamado así en honor al cuarto Presidente del país, es de absoluta diversidad: a lo largo de la gran sala de llegadas de pasajeros se pueden ver mujeres absolutamente cubiertas, otras con litam, velo que les permite dejar a la vista la parte superior de la cara, muchas de ellas simplemente con hiyab, así como la mayoría de ellas, vestidas a la manera occidental.
en cuanto a ellos, la diversidad se ciñe a los argelinos totalmente occidentalizados, ya vistan prendas deportivas de diferentes equipos de fútbol europeos personalizadas con el nombre de algún futbolista estrella o vaqueros y camisas o polos, las personas de mediana o avanzada edad vestidos discretamente con pantalón de pinza y camisa y una sorprendente por la minoría que aparentemente representa de islamistas que siguen las preceptivas reglas de atuendo y barba preceptiva en total y absoluto respeto aparente entre todos ellos.
al salir del aeropuerto percibimos el clima de Alger: la humedad y el calor te hacen sentir no muy distinto a la sensación de haber llegado a Málaga o Almería, en un aparcamiento ya repleto de coches que sirve de introducción para lo que nos vamos a encontrar a medida que nos acerquemos a la capital.
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