nuestro viaje tuvo lugar el dos de octubre del presente, quincuagésima novena onomástica de mi padre y día de los Ángeles Custodios, como tuvo a bien recordarme la monja que nos encontramos en Barajas la cual, con ochenta y seis años, volvía de ver a su familia en Xixón y se disponía a retornar a su convento en plena cordillera andina vía Buenos Aires (sí, no vuelvas a leer la entrada porque no me he equivocado: 86 años y más lista que un reloj) la cual nos encomendó a San José, a los ángeles anteriormente referidos y a la Virgen para que nos sirvieran de guía y nos ayudaran en nuestro viaje.
una aventura que comienza de esta manera nunca puede salir mal.
de momento, cartas de recomendación ante San Pedro y llevamos.
el vuelo dura un visto y no visto, operado por Iberia, embarcamos desde la T4-S y en apenas hora y media estamos lanzándonos sobre la Bahía de Alger.
lo dicho, menos que volar a las Canarias.
así que la excusa de la distancia queda completamente desactivada y no sirve de parapeto ante la indiferencia.
una aventura que comienza de esta manera nunca puede salir mal.
de momento, cartas de recomendación ante San Pedro y llevamos.
el vuelo dura un visto y no visto, operado por Iberia, embarcamos desde la T4-S y en apenas hora y media estamos lanzándonos sobre la Bahía de Alger.
lo dicho, menos que volar a las Canarias.
así que la excusa de la distancia queda completamente desactivada y no sirve de parapeto ante la indiferencia.
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