lunes, 29 de octubre de 2012

apèro chez nous

El jueves por la tarde, para dar la bienvenida al Aïd El Adha y darnos la bienvenida ante nuestros anfitriones de la colonia española que tan bien nos han acogido en sus brazos, los cinco componentes del nuevo relevo y yo mismo organizamos un pequeño piscolabis ante algunos de los integrantes de dicha colonia española.
El encuentro no pasó de unas viandas típicamente argelinas donde no podía faltar un buen cous-cous, h'miss y derssa, quesos variados, dátiles y, como no, una tortilla española.
De la soirée apenas tengo fotos, pero aprovecho para hacer llegar a nuestras casas unas vistas del salón de nuestra vivienda en Alger, para que vean nuestras madres qué bien vivimos y cómo nos manejamos ante los fogones.
 En cuanto a los que no pudísteis venir o no se os avisó, no queríamos hacer de esta primera fiesta la madre de todas las fiestas por varios motivos, tanto la inminente llegada del Aïd, como nuestra recién incorporación al edificio. Habrá tiempo para más.
Y este es, madres nuestras que nos leéis desde España, nuestra sala de estar o salle de séjour como se dice por estos lares.

Un fuerte beso de ambos para cada respectiva mejilla.

El Parque Zoológico de Hamma


El sábado 27 de octubre por la tarde, durante nuestro primer paseo por el Jardin d'Essai, descubrimos esta joya de principios de siglo en algún rincón escondido de dicho parque.
El Parque  Zoológico de Hamma fue  creado en 1900 por  el Dr Joseph d'Ange  en este entorno paradisíaco y, por lo que pudimos comprobar, apenas ha sufrido cambios en estos 112 años que distan desde su apertura.

El zoo es una absoluta aberración, de los pies a la cabeza, salvando de la quema el propio concepto de zoo y asumiendo que, en condiciones suficientemente dignas y de acondicionamiento adecuado, se puede llegar a justificar la existencia de tal instalación.


 A lo largo del mismo se pueden ver una treintena de especies propiamente africanas, desde leones y tigres a dromedarios, pasando por aves como papagayos y loros o zancudas como los flamencos, todos ellos en jaulas de una dimensión tan absolutamente insuficiente que más bien parece que se trata de un circo que acaba de hacer escala en la ciudad.
 He utilizado el plural en mi enumeración anterior pero más bien debiera haber utilizado el singular pues de muchas de estas especies sólo se podía observar un ejemplar, tanto de la cebra, del león, de la hiena o del dromedario, por poner un ejemplo.
 Eso sí, aprovechando la afluencia masiva de turistas, los cuidadores procuraron una buena pieza de ternera a cada gran felino ante las delicias de los asistentes.

Por lo menos, hambre no pasan.

Ver a estos grandes felinos en jaulas de 50 ó 60 m2, totalmente descubiertas en tres de sus lados, con una pequeña guarida al fondo es perturbador.

Observar a un leopardo tirado en su jaula mientras una pata de ternera descansa a escasos dos metros de su hocico es inquietante.

O ver a una hiena dar vueltas en círculos sin parar alrededor de su jaula deja de ser una atracción para convertirse en algo macabro.

Aquí os dejo una serie de fotografías de la zona de los grandes felinos, para que os podáis hacer una idea del panorama.

Al oso pardo preferí no tomarle una fotografía, pues ni el ánimo me lo permitió ni tenía la necesidad de haceros pasar por el trago de ver un animal de su tamaño en una actitud de abatimiento totalmente impropia de un mamífero como tal.





Estas son algunas otras imágenes de la zona de antílopes, con cuatro ejemplares en un recinto de unos 100 m2, donde son alimentados con pienso y vegetales cultivados.





 O el dromedario, absolutamente obsesionado con la reja que lo encierra, a la que no dejaba de morder, como tratando de encontrar algún resquicio por el que escapar. 
En la zona húmeda, la situación era ligeramente más amable, pues entre patos, gansos y flamencos, la escena se hacía algo más tolerable.

La compañía de un cocodrilo no parecía inquietar a las zancudas, debido, tal vez, a la completa ignorancia de su verdadera función en caso de poder acceder hasta el recinto de aquellas, del cual lo separaba un recinto vallado.
En todo caso, no seré yo quien critique este parque zoológico de Alger por encima de otros europeos, aberración en su conjunto, pero única herramienta para acercar a la pléyade de urbanitas que, por no haber visto, no diferenciarían una gallina de un pato o una oveja de un carnero y que, evidentemente, es necesario que aquellos existan aunque es absolutamente imprescindible que los animales gocen de un mínimo de dignidad y de adecuación de sus hábitats.

Dicho esto, un saludo para Ana Alfaro, si me lee, ante la opinión de la cual modificaría cualquier aspecto de mi artículo que no juzgase ella adecuado. ¡Un besazo y ven a vernos!

Le Jardin d'Essai du Hamma




El sábado 27 de octubre por la mañana, después de haber vivido nuestro primer Aïd El Adha (Día del Cordero) en Alger -del cual daré debida cuenta en otra entrada por la importancia del evento-, decidimos pillar algo de comida y de bebida y marcarnos un pícnic en el Jardin d'Essai du Hamma (y segundo enlace), un parque de Alger de una configuración comparable con El Parque del Buen Retiro de Madrid, aunque de una cuarta parte de superficie.

El parque, de unas 30 Ha. de superficie, surge como un jardín de aclimatación de especies, tanto al suelo africano como a las condiciones higrotérmicas de la zona.

Concebido hacia mediados del siglo XIX, el conjunto es todavía hoy uno de los jardines de aclimatación más importantes del mundo, contando con numerosísimas especies, tanto de clima húmedo como de estepa y sabana, así como especies arbóreas de clima mediterráneo.

A lo largo del parque se pueden encontrar obras escultóricas del artista Émile Gaudissard, artista total a caballo entre el XIX y el XX, de estilo orientalista


La que aquí acompaña es una de ellas.


El jardín se divide, compositivamente, en dos zonas, una zona de vegetación exhuberante, aparentemente salvaje -y esa es la intención primera y ultima de este estilo-, llamado Jardín Paisajista Inglés, y una segunda zona, más racional y ortogonal, más del estilo de lo que hoy concebimos como jardines de palacio, llamado Jardín Francés.

Trataré de explicaros las diferencias entrambos, tanto por su ubicación en la Historia, sus componentes ideológicas como sus principales características, acompañado todo ello de algunas fotografías.

Empezaré por El Jardín Inglés, surgido a finales del siglo XVIII y desarrollado a lo largo del mismo y del siglo siguiente, tras la decadencia del Imperio Francés y el surgimiento de Inglaterra como potencia, que impone su estilo campestre frente a la ortogonalidad y la racionalidad francesa que ha imperado en todo el siglo anterior.

Surge, por tanto, como contraposición al jardín ortogonal francés, que luego explicaré.

Con este jardín se pretende recrear lo que sería un paseo por la campiña inglesa, con sus inesperados en cuadres (wa-wa, los llaman los ingleses), se generan estampas bucólicas, se llegan a contratar trabajadores ex-profeso para que habiten los parques y den la sensación de generar estampas reales, tales como barqueros, ermitaños, campesinos, falsos todos ellos, pero al servicio del paseante extasiado.

Este movimiento va ligado al romanticismo, a la percepción inesperada -en contraste con el racionalismo francés del siglo anterior-, a lo abrumador, se busca una sensación clave: extasiarse ante lo percibido.

Así se recrean espacios como los que aquí acompañamos, aparentemente selváticos, con estanques, ríos, cascadas, estatuas, ruinas...


El máximo exponente de este estilo fue Lancelot Brown, y ejemplos de estos jardines son Hyde Park o Central Park, como podéis ver, ambos referentes de las capitales anglosajonas y representantes de un estilo, tanto estético como político.




En contraposición a lo anterior, la segunda zona en cuanto a configuración artística del parque se refiere, se trata del Jardín Francés.

Este estilo surge en paralelo al reinado de Luis XIV, Rey Sol, durante el siglo XVII, donde la perspectiva y la grandilocuencia son dos conceptos fundamentales que van a estructurar la configuración de estas obras.

Una zona con parterres delimitados, fuentes con surtidor, alineaciones de árboles y aterrazamiento, según los cánones del estilo definido por André LaNôtre y cuyo máximo exponente a nivel mundial es Versailles, teniendo en nuestro país ejemplos como La granja de San Ildefonso o El Parterre del Retiro.

Grandes avenidas que aparentemente no tienen punto final, separando amplias zonas ortogonales de plantaciones uniformes son la estampa clásica de un jardín francés.

El parterre es el elemento configurador de este estilo, así como la formación de terrazas descendentes que hacen que la percepción de prolongación infinita en el espacio sea todavía más importante.

La clave es la infinidad perceptiva.


La aparición de surtidores que remarcan los ejes del jardín son elementos configuradores básicos en la creación de estos jardines.

El elemento vertical que refuerza la perspectiva, proporciona nuevas líneas de fuga y domestica o idealiza la naturaleza son conceptos que nunca faltan en este estilo francés tan -todavía incipiente- racional. 




  Es fundamental la idea de domesticar la realidad, del ideal naturalista, en una época de despotismo ilustrado donde la negación de la realidad iba aparejada a una ilustración parasin el pueblo, por lo que aceptar la realida significaba erradicar el modelo de sociedad en el que vivían las clases pudientes del momento, empezando por el propio Rey y siguiendo por su pléyade de cortesanos, aún desconocedores de cómo iban a acabar a finales de ese mismo siglo.

En este parque podemos comprobar cómo los elementos vegetales propios de este clima les permiten ser utilizados como un elemento compositivo más propio del lenguaje de este estilo, enmarcando grandes avenidas entre ejes formados por palmeras de una altura que produce vértigo con solo mirarlas.






Todo esto, coronado por el Monumento a los Mártires genera un conjunto verdaderamente sobrecogedor.

Unido al carácter festivo del día que llevó a multitud de argelinos a disfrutar del parque, nos permitió disfrutar de un día de no mucho calor, seco, y con un sol radiante, pudiendo disfrutar del Jardin d'Essai en plenitud de condiciones.

Estas que acompaño son imágenes que dan muestra de lo desmesurado del conjunto, de la riqueza de su flora y del espacio de esparcimiento tan interesante del que pueden disfrutar los habitantes de esta ciudad.





Dejo para otra entrada las explicaciones sobre el zoológico que también se encuentra en este parque pues, algo que quería dejar premeditadamente para el final, en este parque se rodó, en 1930, la primera entrega de la saga de Tarzán, "Tarzán y los monos", protagonizada por Johnny Weissmüller, utilizando animales de este parque zoológico, fundado en 1900 y del que mejor no me extiendo más en esta entrada.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Restaurant Zoudj Aâyoun





Una breve reseña merece el restaurante popular en el que comimos el sábado 20 de octubre tras nuestra visita a la Casbah, el Restaurant Zoudj Aâyoun, situado en la Plaza de los Mártires, del lado del Barrio de Bab-El Oued.

En él pudimos disfrutar del plato del día, comida típica argelina compuesta por potaje de garbanzos en salsa de tomate y zanahoria bastante picante y guiso de judías blancas con caldo menos espeso que el anterior.

De ambos platos podéis echar un vistazo.
Además, pedimos un plato de sardinas -que son boquerones, por mucho que se empeñen en llamarlo sardines- con patatas fritas para los que no tenían estómago para lo anterior.
 De bebida, hamoud blanca -Choco, vas a flipar; ven a verme-, minute maid y agua mineral a go-go.
Pan, como si se acabara el mundo, como de costumbre aunque esta vez no tomamos postre, bajamos a una pastelería à côté du restaurant.

Y ahora va lo bueno del asunto: la cuenta.

Todo lo anteriormente descrito, comida para cinco personas, con bebida y pan, por 1000DA, es decir, para los neófitos, 10€ al cambio oficial argelino.

Una delicia probar la cocina argelina aunque un poco escasa porque llegamos a las 15h.

Yo pienso volver.

Primer contacto con la Casbah de Alger


El sábado 20 de octubre, bien de mañanita, nos dispusimos a tomar nuestro primer contacto con la Casbah de Alger, un lugar del que estamos completamente intrigados por conocer y al que volveremos y os iré contando detalladamente porque es un barrio que tiene tanto que contar como historia encierra entre sus callejuelas. De momento sirva este avance, fundamentalmente gráfico, ya que hay tanto escrito sobre ella que sería tedioso y, sobre todo, pretencioso el que yo me pusiese a hablaros a estas alturas tan tempranas de lo que ha significado la Casbah, de lo que actualmente representa y de los esfuerzos que se están llevando a cabo para su preservación como joya incomparable por su valor histórico y etnológico. 


La Casbah es el barrio más antiguo de la ciudad, fundado sobre la fenicia Ikosim y la romana Icosium, de configuración típicamente musulmana, de tradición fundamentalmente árabe y donde han ido dejando su impronta los diferentes pueblos que han ido sucesivamente dominando a los ciudadanos de esta ciudad, desde los turcos a los franceses, pasando por los propios españoles.



Pero como os he dicho, esta entrada se va a limitar a hacer un repaso a las imágenes que he conseguido robar en un primer acercamiento, de mano de J.A.D., gran conocedor de la misma, así como de la ciudad en su conjunto, principal responsable de que yo hoy escriba estas líneas, por su ejemplo y sus esfuerzos por hacernos llegar impresiones de su vida en Argel recogidos en algún lugar de la jungla de silicio, del cual he tomado buena copia y al que quiero agradecer tanto aquellos esfuerzos que más de un dolor de cabeza le supusieron como, más concretamente, el día con el que nos hizo disfrutar, las historias que nos contó y del buen guía que en este día que hoy os narro hizo para presentarnos la Casbah de Alger.

Estas primeras imágenes de interiores corresponden a un portal cualquiera de la Rue Larbi Ben M'hidi, centro neurálgico del Alger francés del XIX y que dan buena muestra de lo que debió ser esta ciudad en aquellos días.
Esta edificación de mediados del XIX, La Mezquita de Ketchaoua, durante unos años Catedral de San Felipe, nos la encontramos de camino a nuesto destino, a la altura de la Plaza de los Mártires.

Edificación en estilo neobizantino, se encuentra en tal estado que no pudimos visitarla, víctima de los múltiples seísmos que tienen lugar en la zona, aunque se encuentra en fase de restauración.

Esperemos llegar a ver sus interiores antes de abandonar esta ciudad.

A continuación, nuestra segunda parada fue en el Palacio personal de un Pachá de la época otomana del cual estoy buscando información más detallada por lo difícil que me está resultando encontrar datos más concretos de todo lo que vimos esta mañana.
Sirvan etas fotos tanto de los espacios abiertos como de las estancias del interior, para que os hagáis idea, tanto del grado magnífico de conservación del Palacio como de la opulencia de las estancias para tratarse de un edificio de mediados del siglo XVIII.

Aquí podéis ver las cocinas del recinto, con sus fogones aún operativos y la luminosidad de la que gozaban en una época, os quiero trasladar la idea, en la que la luz eléctrica, así como el agua corriente, eran un mero sueño de verano en las mentes europeas.

El recorrido tuvo lugar por todas las estancias del Palacio, donde la organización era, en planta baja, de recepción pública y asuntos administrativos de la ciudad ya que el Pachá tenía en este palacio, además de su residencia particular, su -por así decirlo- oficina para gestionar los asuntos públicos de la ciudad pues él era el máximo responsable de la misma ante las autoridades turcas de la época.
En la segunda planta se encontraban las estancias privadas del dueño de la residencia, con los pasillos de distribución como el que podéis ver en la foto, tan distintos de los pasillos de vuestros pisos europeos, donde la aparición de un rayo de luz es una entelequia.

Observad cómo resolvían espacios ahora concebidos como oscuros mediante aperturas discretas, carentes de vistas directas y con una dignidad que ya quisieran muchas salas de estar actuales.
En cuanto a los espacios de aseo y de descanso, en esta época y sociedad concebidos en paralelo, aquí podéis tener una idea del hammam,  muchos podrán decir que el equivalente a nuestros actuales cuartos de baño, pero yo me negaré a reconocer tal comparación.

Un hammam significa mucho más.

Significa reunión, punto de encuentro, conversación, depuración, limpieza y, sobre todo, placer.

Cuando vengáis a visitarnos podremos disfrutar juntos -separados por sexos, eso sí, esa concepción del hammam se reserva a los privados, no seáis libidinos@s- de las bondades de la depuración corporal mediante baños de vapor de la duración que vuestra arrugada piel os permita.

Aquí nos podéis ver completamente extasiados ante el espectáculo de disfrutar de un espacio así en total y completa ausencia de turistas -una vez más doy gracias a ello por poder vivir en una ciudad como un viajero y no entre turistas- salvo contadas apariciones de estudiantes o visitantes locales que daban escala al conjunto.

En estas dos imágenes se puede ver el patio interior del recinto, con su fuente central que dota de musicalidad a todos los rincones del palacio así como se pueden percibir los distintos niveles del mismo: primer nivel público, segundo privado y los superiores reservados a las mujeres y a las concubinas.


En esta imagen os quiero mostrar un simple detalle de las cerraduras de las puertas nobles del palacio, motivo que se ha recuperado para diseñar el logotipo de la institución que gestiona tanto el mantenimiento como la gestión del mismo.
Y un detalle más de la calidad con la que trabajaba esta gente unido a la discreción de sus construcciones como podéis comprobar en la puerta de servicio del palacio, por donde accedían los trabajadores al cuidado del Pachá, adyacente a la puerta principal, pero con una nobleza digna del conjunto.


Por último, ahí debajo, una instantánea del rincón de la Casbah donde se aloja el Palacio del Pachá, con la puerta de servicio totalmente integrada en la discreción más absoluta de la fachada, tan distante de nuestro Barroco, coetáneo de esta edificación.

A continuación quiero mostraros una serie de imágenes robadas a todo correr de los rincones de la Casbah, con nuestro cicerone particular que tantos detalles y datos nos proporcionó sobre la misma.



Debajo, una de las muchas fuentes que pueblan la Casbah para surtir a sus habitantes de tan básico y fundamental elemento.

¡Vaya joyitas...!

Y los gatos.

¿Cuántos gatos hay en Alger? 

¿Alguien se ha planteado alguna vez echar un cálculo? 

¿Hay algún lugar del mundo donde acercarte a un gato callejero al que ves -y te ve- por primera vez?

Probablemente esto sea el dato más importante a recabar sobre los habitantes de esta ciudad porque, desde mi punto de vista, es el aspecto definitivo que define cómo es el argelino que vive entre estas calles.

Ésto dice más de los ciudadanos que de los animales...
Por último, os quiero hacer un apunte breve sobre el sitio más tranquilo y relajado -probablemente el único de este tipo del que he podido disfrutar en esta ciudad- que he encontrado en Alger.

Se trata de un mausoleo donde descansan los restos de un antiguo preceptor árabe que prestaba sus enseñanzas allá por el siglo XII y al que se accede por la puerta que podéis ver ahí arriba.


Del interior del mismo, evidentemente, no tengo fotos aunque todo es cuestión de tiempo. 

La estancia, de un abigarramiento sobrecogedor, repleta de ofrendas, lámparas, coranes, y otros motivos completamente ajenos a mi conocimiento, lo preside un féretro rematado en cúspide de unos cinco metros de largo por dos de anchura y está cubierto por mantos y hábitos de color verde con inscripciones en árabe.

La sala, circular, de unos diez metros de diámetro, separada en dos zonas por el féretro, se divide en zona de hombres y mujeres y la iluminación, cenital, le da al conjunto un aura sagrada que hace que tus palabras no se atrevan a salir por tu boca.

Ya os llevaré, ¡galopines!
En cuanto a los alrededores, hay una sucesión de terrazas donde se alternan espacios de esparcimiento con fuentes y gatos -muchos gatos-, tumbas y espacios de ofrenda.

En este cementerio se dan varias curiosidades.

La primera, que se puede ver en esta foto, es que se trata del único lugar de la ciudad donde todavía queda una tumba turca, de un varón, por lo que nos explicaron, y que se puede saber por la configuración de la misma.

Es esa que podéis ver en la imagen panorámica, de las cinco en primer plano, la segunda por la izquierda, coronada por una bola de piedra que representa la cabeza del difunto, con su turbante y esas cosas.

La misma data de mediados del XVIII, así que os podéis hacer idea del valor etnográfico de la visita, a lo que se añade la singularidad de la misma, como he referido anteriormente.

Y aquí al lado, la segunda  curiosidad.

En esta foto, junto al edículo turquesa que se ve bajo el porticado, a la izquierda del mismo según miramos, está la única tumba judía de todo el Mausoleo, algo muy extraño ya de por sí en un cementerio musulmán.

¡Toma ya choque de religiones!

En un palmo de terreno tenemos una otomana y otra hebrea, en una mar de lápidas musulmanas, completamente escondidas de miradas curiosas y del visitante profano.

Todos estos datos nos los proveyó el cuidador del conjunto, un religioso musulmán que tiene como labor principal el conservar el Mausoleo del paso del tiempo y de la continua afluencia de fieles.
Aquí podéis ver más imágenes de los espacios de comunicación del conjunto, son nuestras caras radiantes de felicidad pero ya nuestros cuerpos ligeramente afectados por la caminata de tres horas por cuestas pronunciadas y esperando dar cumplida cuenta de las viandas de la zona.
Otro de los deliciosos rincones que salpican el conjunto del Mausoleo y donde la tranquilidad es tan grande que no parece uno reparar que está en una ciudad tan ruidosa como la que nos ocupa.

Sirvan estos dos últimos ejemplos de arquitectura vernácula para tratar de transmitir el espíritu de la Casbah y para despedir este relato de nuestro primer contacto con uno de los rincones más valiosos de esta ciudad de mil caras y cien espíritus.



Esta última foto es una estampa crecientemente frecuente a lo largo de esta última semana ya que los argelinos preparan el Aïd El Adha, la Fiesta del Cordero, la mayor festividad del calendario musulmán y la presencia de corderos por toda la ciudad le lleva dando un ambiente bucólico al ambiente el cual no os puedo describir con palabras.
Sería vuestra pituitaria quien debería juzgar por mí: toda la ciudad huele a cordero.